Helen

“Ya tenía síntomas desde hace años, sin pensar en el cáncer neuroendocrino, pues nunca había oído hablar de esta enfermedad. Fui al médico –siempre he sido muy cuidadosa con mi salud y mis consultas médicas–; tenía problemas de tiroides, lo cual quizá explicaba el rubor o enrojecimiento frecuente y la transpiración. También tenía problemas renales, lo que explicaba el dolor en mi costado.

Sospechaban de apendicitis, pero la dolencia ya tenía mucho tiempo y hace aproximadamente 20 años me hicieron pruebas y descubrieron que padecía el síndrome de intestino irritable (o “colitis nerviosa”), me extirparon algunos nódulos y me dijeron que eso era todo. El tratamiento que me dieron fue paracetamol. Eso fue al inicio de mis cincuenta años.

La vida continuó. Seguía con episodios de transpiración y ruborización, pero me dijeron que estaba nerviosa –ya que soy aprehensiva–, que era la premenopausia, la menopausia, la postmenopausia… pero  los ataques de enrojecimiento continuaron.

Hace aproximadamente 5 años comencé a tener que ir al baño cuatro o cinco veces al día, nunca le di importancia. Aún iba a mis revisiones médicas semestrales.

Un día tuve un dolor muy fuerte en mi costado que duró dos o tres días. Estaba debajo de las costillas. Mi médico general dijo: “No me gusta el sonido de esto, vaya a que le hagan una ecografía”.

“El radiólogo dijo: “Hay varias cosas mal: creo que tiene un tumor carcinoide en el apéndice y puedo ver que hay varios tumores en el hígado. Ingrese al hospital tan pronto como pueda.”

Eso fue muy aterrador, pero yo diría que había tenido los síntomas durante aproximdamente 20 años y me han tratado durante los últimos tres.

Estoy muy satisfecha con mi tratamiento, lo he seguido por 3 años. Si buscas en Internet ‘cáncer carcinoide’ podrías tener muy mala suerte y toparte con un pronóstico de 3 años de vida. Mis tumores no se han movido en 3 años y estoy realmente feliz con mi tratamiento.”